Tanto Margaret Tatcher como Leopoldo Galtieri y la Junta Militar a cargo del gobierno, estaban experimentando un proceso de descreimiento y desprestigio de su imagen; ambos necesitaban una inyección que levantara y lavara la cara de su figura. Es así que Galtieri pensó en un territorio aparentemente olvidado por Inglaterra y Tatcher en el poderío de la flota británica frente a la invasión, como las formas de volver a levantarse y erigirse como la expresión de la patria.
Galtieri cometió crasos errores ya que no pudo, no intentó o no quiso ver el contexto internacional. Al pensar que Inglaterra jamás pensaría en ofrecer batalla para recuperar un territorio que era abastecido casi completamente en su totalidad por Argentina. Las Islas Malvinas y sus habitantes poco recibían del país europeo, que llamaba a sus habitantes con el nombre de las algas, algo muy poco valioso.
Revista Gente - Mayo 1982 |
Tatcher, por su parte, vio en el arribo de las tropas argentinas a las islas la oportunidad perfecta para realzar su imagen, sabiéndose apoyada tanto por Estados Unidos, como por la OTAN en su conjunto, pudo no solo trasladar a su ejército hasta uno de los rincones más sureños del Atlántico, sino renovar por completo su arsenal militar y convertirse luego y a partir de la guerra en una potencia.
No obstante las similitudes, las diferencias fueron las que marcaron el resultado final. Argentina, con soldados poco o nada entrenados, con armamento viejo o roto, suponiendo una rápida retirada y vuelta a casa, poco pudieron hacer frente a las tropas de Inglaterra que, ayudadas por Estados Unidos, superaban por mucho la tecnología que en el país del sur ni siquiera se pensaba.
Uno de los grandes escritores argentinos, Jorge Luis Borges, describe las similitudes entre ambos países en un texto muy corto pero efectivo Juan López y John Ward, un cuento que tiene
como protagonistas a dos soldados, uno de cada bando, dos jóvenes a los que “la nieve y la corrupción los conocen”.